Vayamos al grano: este álbum de canciones nuevas y originales de Guns n’ Roses, el primero desde la primera presidencia de Bush, es un gran disco de hard-rock: audaz, descabellado e intransigente. En otras palabras, suena como el Guns n’ Roses que ustedes ya conocen. Por momentos, se parece al GNR del puñetazo que generó la tormenta perfecta de 1987, Appetite for Destruction; y, en mayor medida, se asemeja a ese estilo distendido en versión maximizada de los CDs del año 1991 que se reflejó en Use Your Illusion I y II. Pero, en este caso, se trata de una versión comprimida en un solo disco con convulsivos shreds de guitarras, fanfarrias orquestales, electrónica hip-hop y un coro de tabernáculo metálico, sumado a la voz aún viril y con tono herrumbroso de Axl Rose.
Si alguna vez Rose dudó o se arrepintió del costo de Chinese Democracy en tiempo (trece años), dinero (catorce estudios de grabación aparecen en los créditos) e incluso en personas – incluyendo la salida de algún que otro miembro fundador de la banda–, esto no aparece en ninguna de sus catorce canciones. "Apuesto a que creen que estoy haciendo todo esto por mi salud", dice Rose con su voz áspera a través del bombardeo de guitarras saturadas en "I.R.S.", una de las tantas referencias implícitas a lo que sabe que mucha gente piensa de él: que Rose, actualmente de 46 años de edad, ha vivido descarrilado, en la penumbra, el último tercio de su vida. Pero cuando dice: "Todo es posible / Soy imparable", en los acordes mecánicos de "Scraped", no se trata de la arrogancia de un lunático: es sólo el viejo y conocido "fuck you" del rock & roll; algo que, desde el principio, lo hizo famoso a él y a su banda.
Hay algo más que Rose pronostica una y otra vez con respecto a Chinese Democracy: la moderación es para los imbéciles. Hay mucho de esa fuerza de guitarras conocida: el golpe punzante que abre el primer track, "Chinese Democracy"; el fuzz con tintes diabólicos en "Riad n’ the Bedouins"; y los gritos repetidos y angustiantes en "Street of Dreams". Para aquello que Slash e Izzy Stradlin solían hacer sólo con dos guitarras, hoy GNR precisa muchas más. En algunos tracks, Rose tiene hasta cinco guitarristas –Robin Finck, Buckethead, Paul Tobias, Ron "Bumblefoot" Thal y Richard Fortus– en solos y riffs de melodías prolongadas, indefinidas y ásperas. El resultado, sin embargo, no es nada aburrido.
Casi todas las canciones reflejan múltiples cambios radicales de personalidad, como si Rose intentara implementar nuevas técnicas para lograr un gancho o un puente y luego decidiera: "Cuál es el problema, son todos buenos". "Better" comienza con lo que parece ser un mensaje de voz hip-hop –con fuertes distorsiones de guitarra, batería y un Rose en seudo falsete–, antes de explotar con el antiguo estilo Sunset Strip. En "If the World" Buckethead puntea una guitarra española sobre un groove de film blaxploitation, mientras que Rose demuestra que todavía tiene un excelente dominio vocal, como ningún otro cantante de rock, que suena en parte como la víctima de una tortura y en parte como el estruendo de un jet.
Y hay tantas cosas en "There Was a Time" –cuerdas y melotrón, un coro bien concentrado, los overdubs melódicos con la voz ácida de Rose, una guitarra con wah-wah y un falso final– que es fácil creer que Rose pasó la mayor parte de su última década dedicado exclusivamente a este arreglo. Pero nunca suena desordenado, sino como una gran cantidad de malos recuerdos y lecciones difíciles que tuvo que enfrentar en su vida. En las primeras líneas, Rose vuelve a un comienzo muy a su estilo, y luego arremete con la orquesta y las guitarras. Hacia el final, escuchamos una mezcla grande de nostalgia y despedida. Si éste es el Guns n’ Roses que Rose siguió escuchando en su cabeza todo este tiempo, es obvio el motivo por el cual las dos guitarras, el bajo y la batería nunca iban a ser suficientes.
Está claro también que él cree que este Guns n’ Roses es una banda como aquella que grabó "Welcome to the Jungle," "Sweet Child O’ Mine," "Used to Love Her" y "Civil War". Los numerosos créditos que aparecen en Chinese Democracy ciertamente otorgan un pormenorizado reconocimiento donde corresponde. Rose se adjudica el importante –"Lyrics N’ Melodies by Axl Rose"– pero comparte la autoría de canciones en casi todos los tracks a excepción de uno. El bajista Tommy Stinson participa prácticamente de todas las canciones, y el tecladista Dizzy Reed, único sobreviviente de la línea Illusion, hace honor al estilo Elton John cuando interpreta en el piano "Street of Dreams".
Sin embargo, cuando Rose canta, continúa haciendo alusión al poder de la voluntad pura y solitaria, incluso cuando se embarca en una lucha tan ambiciosa como Chinese Democracy. En "Madagascar", canción que Rose ha tocado en vivo durante años, se refiere al discurso "I have a dream" de Martin Luther King y al diálogo de La leyenda del indomable. Y al final del álbum, en la canción titulada con franqueza "Prostitute", Rose vira de un tenor casi conversacional respecto de una bomba a punto de explotar, a una avalancha de cinco guitarras, con orquestaciones como relámpagos y justificados rugidos: "Pregúntate / por qué elegiría / prostituirme / Vivir con dinero y fama". Para él, el largo camino hacia Chinese Democracy no se trató de control y paranoia. Se trató de decir: "No lo haré", cuando todos insistían diciéndole: "Tenés que hacerlo". Podríamos discutir si en un disco de rock vale la pena esa autogratificación extrema. En realidad, la característica más rockera de Chinese Democracy es que a él no le importa lo que pensemos.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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